Que el eje Asia-Pacífico es el actual centro de gravedad del comercio mundial no es ninguna novedad. Los países del sureste asiático y del Pacífico que han suscrito en 2020 el acuerdo de Asociación Económica Integral Regional (RCEP) sin dudas poseen el mayor caudal del comercio internacional, reforzando el predominio que ya tenían ChinaKorea del Sur o Japón con anterioridad.

Además de esos tres países, el producto bruto combinado de BrunéiCamboyaIndonesiaLaosMalasiaBirmaniaFilipinasSingapurTailandia Vietnam (que también integran el acuerdo) equivale casi a una tercera parte del PBI global.

Todos ellos, por supuesto, generan comercio, caudal monetario y negocios, haciendo girar una rueda de oportunidades históricas. Por poner un ejemplo, como comparación, la Unión Europea representa un 17,9 % del PBI global, el acuerdo comercial entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC) un 28 % y, muy por detrás, quedan el Tratado Continental Africano (2,9 %) y el Mercosur (2,4 %).

Relación comercial con América Latina

Desglosando estos números, los expertos en comercio internacional afirman que la relación entre Asia y América Latina ha registrado su pico máximo el año pasado, pese al COVID-19, y los números se acentúan en lo que va de 2022.

La razón principal del crecimiento se le atribuye a la recuperación económica de ambas partes, además de que la profundización del intercambio comercial bajo la pandemia refleja una fuerte complementariedad.

El valor total del comercio entre Asia con América Latina y el Caribe ha registrado más de 450.000 millones de dólares en 2021, pese a la incertidumbre en la economía mundial. Bajo este contexto, los números en 2022 indican que Asia, especialmente China, sigue siendo el segundo mayor socio comercial de la región, registrando un aumento del 41,1% durante los primeros cinco meses del año, según datos de la Administración General de Aduanas de China. 

Asimismo, en 2021 las exportaciones latinoamericanas solamente a China han alcanzado unos US$ 222.582 millones, con un incremento del 31,4% respecto al año anterior, según el mismo organismo.

Sello de calidad

En este contexto, es el propio mercado asiático el que desde hace varios años ha cambiado su branding y está apostando a una mejora continua en sus procesos de industrialización y en su calidad

En principio, esto se logró a través de la sofisticación de su estructura exportadora: de productos más livianos como vestimenta y calzados, se pasó a exportar cada vez más productos electrónicos, maquinarias industriales, instrumentos médicos o automóviles. 

Además, los productos industriales, entre ellos los «made in China», han sufrido una notoria mejora durante las últimas dos décadas, a través de un proceso industrial más sofisticado bajo los más estrictos estándares de calidad internacional

Muchos consumidores que antes asociaban a los productos asiáticos con la producción en masa o la mano de obra barata, entre otros factores, han cambiado su percepción y volvieron o comenzaron a consumir estos productos derribando el prejuicio previo gracias a estos nuevos parámetros de producción.

Al mismo tiempo, América Latina representa un gran mercado para Asia, como proveedor estratégico de recursos naturales y, además, de alimentos. 

Esta es, sin dudas, una excelente oportunidad para nuestros mercados, porque Asia ya no entra en competencia en industrias livianas sino que abre el abanico de oportunidades comerciales, nos brinda más opciones en productos para los que antes dependíamos de las potencias centrales y, además, nos da posibilidad de cooperar e invertir.